Inmadurez eterna.

Unos morritos de regalo.

Ya casi tengo 22 años. Yo nunca quise llegar a estos límites. Cuando era pequeño aspiraba a no crecer, ya entonces sufría eso que los maricones se empeñan en llamar Síndrome de Peter Pan, que para mí no era más que lo más lógico, solo había que fijarse en los adultos, tan arrugados y amargados y preocupados, tan aburridos. Luego, cuando llegué a la adolescencia empecé a darme cuenta que aquello era inevitable, crecer iba a crecer, así que decidí que la única manera de no tener responsabilidades, ni arrugas, ni familia que te indujera a ello, era morirse temprano. Pero nunca se muere uno por causas naturales cuando lo necesita. Luego pensé en matarme y no entendí por qué el suicidio era una cosa tan terrible. Es más, si la gente se fija en lo que tiene alrededor, es lo más lógico, el suicidio es la opción más acertada, entonces, no entiendo cómo seguimos existiendo. Pero tampoco me atrevo, me da miedo el dolor. Es obvio que sobrevivir es lo más fácil, lo complicado en todos los aspectos es morirse, digan lo que digan.
Ahora dejo pasar el tiempo sin hacer nada, que es lo que quiero, no hacer nada. Yo con cantar de vez en cuando con The Prostiputos, dibujar algún monigote y escribir entradas de blog (ya ni poesía sé escribir, mierda), me conformo.
¿La felicidad? Está sobrevalorada. ¿El amor? Uno se da cuenta con el tiempo, que lo que dicen los demás es verdad, y se va dejando de creer hasta en las cosas más elementales. ¿La humanidad? No se la deseo ni a mi peor enemigo. ¿La naturaleza? Una cursilada. ¿La anarquía? Un deseo sin fuerzas. ¿Mi orgullo? Dios me libre. ¿Luchar? Es un verbo feísimo. ¿Riesgo, emoción y triunfo? Apología del fracaso hago yo.
Suena mezquino, nihilista, antipático, desagradable e insultante para el resto. ¿Alguien da más?

Voy a dejar de usar el nohombre.

2 comentarios:

  1. Cumplí recién 23, tampoco quise llegar a estos límites. Y tienes razón, "uno nunca se muere de causas naturales cuando lo necesita".

    Saludos.

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  2. Y yo que pensaba que nadie, fuera de mi círculo de amigos me leía... Hola, Leonor, grata sorpresa.

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