Génesis poético.


Los poetas inventaron el mundo;
no es que descubrieran la cosa
una vez inventada y reflejaran
su ambiente y sus ambiciones,
no es que lo colonizaran,
no, nada de eso. Ellos lo inventaron
íntegramente: desde el amor o dios
hasta la naturaleza, las mujeres,
lo hermoso y lo horrible
a un mismo tiempo o por separado.
Ellos escribieron de qué iba a ir esto,
en qué consistía la vida y todo,
incluso el miedo visceral a lo desconocido.
Y una vez hecho eso que era sencillo,
se dedicaron a contemplar horrorizados
cómo lo vivían los otros,
cómo nacían las complicaciones
de lo que ellos dibujaron
partiendo de la nada y sin más presupuesto
que el de una muda limpia y un espejo.

Chau.

Solo queda resignarse.


Hay tantas mujeres guapas en el mundo
necesarias para que la vida continúe...
y sin embargo es imposible.

Hay que mantenerse célibe de esas mujeres
y alejado de sus camas y sus caricias
aunque duela de una manera terrible
como una bala encajada arriba o abajo,
dios sabe qué débil es el hombre.
Solo puedes mirarlas desde lejos (de arriba a abajo)
y llorarlas sin que la sangre llegue al río,
sonreírles muy leve si te sientes con fuerzas,
darles fuego o un cigarro si lo piden,
pero nada más, ni siquiera oler sus carnes.

Es complicado vivir así, intentado
olvidarte de ellas y subsistir íntegramente.
Porque claro, a uno le inculcaron unos valores
y prejuicios, una moral pasada de moda
y esos traumas pesados e infranqueables;
no se puede hacer daño a gente necesaria
y a mujeres guapas solo por un escote
(y un coño y unas piernas y un alma y la mente
y todo eso que viene detrás del escote y no es solo el escote,
pero eso digo, no se puede).

Ya se sabe de sobra que estas palabras
son holgadas y a cualquiera le quedan grandes,
que solo reflejan la mitad del problema moral
que se plantea, pero qué débil es el hombre siempre
y qué pocas subvenciones da el Estado.

Aún así, me sereno y pienso que mi felicidad diaria
no nace de estas cosas y analizo estas palabras
y me resigno y me olvido de esas mujeres
(ay, si pudiera olvidarlas para siempre)
y me doy cuenta de lo débil que es mi carne
y lo buenas que están esas mujeres
y el trabajo que me cuesta resignarme.

Chau.

http://www.youtube.com/watch?v=UpMZRNqxq2Q

La noticia del día.


La fuga de Dios es la noticia del día.
Todos los periódicos lo publican
en primera plana, los telediarios también,
hasta los tertulianos de Intereconomía
lo comentan furiosos (dicen que al final
era rojo; han perdido la cabeza).
Fuentes cercanas afirman que huye de los hombres
y sus moralinas. Las revistas de prensa rosa
en cambio, cuentan que escapa del hijo
que tuvo con la exmujer de un torero.
Es una gran noticia, al fin; dicen en las redes
sociales los ateos. Una monja asegura ya
(en un programa que le paga por la blasfemia)
que abandonará los hábitos para llevar una vida
un tanto más libertina.
La policía no sabe si apuntarlo en desaparecidos
o en los más buscados o en la lista de trasplantes
de hígado. El FBI se muerde
los padrastros de los dedos. Unos pescadores
declaraban que había aparecido en sus redes
ahogado esta mañana. Era mentira.
El Vaticano en un comunicado rotundo,
desmiente categóricamente la noticia y amenaza
con el infierno a todo aquel que no mantenga la calma;
porque Dios sigue donde tiene que estar y punto.
Un periodista sensacionalista ha rescatado
una necrológica catastrofista de una hemeroteca
que lo da por muerto allá por los años sesenta.
Otro no menos sensacionalista y oportunista
por descontado, promete una biografía
no autorizada para septiembre a más tardar.
Algunos recuerdan el atentado que sufrió
en época moderna con la filosofía de Nietzsche
y confían en que saldrá de esta como salió de aquella.
Los destinos del Señor son inescrutables;
espetan los más conservadores.
La gente sale a la calle como si fuera día de fútbol,
como día de fiesta nacional pero más heavy.
De cualquier manera la noticia del día
ha causado un efecto indiscutible en el mundo,
y después de tanta histeria colectiva,
de tanta especulación y tanto susto
ahora todos se preguntan si podremos dejar de fingir
sometimiento después de y pico mil años
de aburrimiento.

Chau.