Antonogía de detalles (versión revisada).

Sayonara, baby.





Uno no se hace poeta para comentar el concepto general de la vida:




Poema número uno.

La vida es una mierda, así, a grandes rasgos.



Poema número dos.

El amor es una mierda, lo mires por donde lo mires.



Poema número tres.

Ojalá los japos nos maten.



Poema número cuatro.

Qué fea eres.



Poema número cinco.

Los insultos no se los lleva el viento.



Poema número seis.

Suma y gime.



Poema número siete.

Un cigarrillo.



Poema número ocho.

El gusto con sarna pica.



Poema número nueve.

La sopa se sirve caliente, como el sexo.



Poema número diez.

Me estoy meando.



Poema número once.

He acabado esta antología.



Poema número doce.

Mierda.



Uno no se hace poeta para constatar que el concepto de la vida es general:

Poema número uno (versión friki).
La vida es una mierda así, a grandes trasgos.

Poema número dos (versión voyeur).
El amor es una mierda o no, según donde lo veas.

Poema número tres (versión infantil).
Doraemon es radioactivo, se estaba viendo venir.

Poema número cuatro (versión realista) (intacta).
Qué fea eres.

Poema número cinco (versión ecologista).
Los insultos no se los lleva el viento en los sauces.

Poema número seis (versión de concurso telefónico).
Llama, suma y gime.

Poema número siete (versión legal).
Prohibido fumar.

Poema número ocho (versión radical).
Muerto el perro se acabó la sarna y el gusto.

Poema número nueve (versión andaluza).
La sopa se sirve caliente. Menos el gazpacho.

Poema número diez (versión actualiza).
Me estoy meando. Y cagando.

Poema número once (versión definitiva).
He acabado esta antología. Ahora sí.

Poema número doce (versión bilingüe).
Mierda. Merde.

Chau.


Torrente 4. Lethal crisis.

Sobrecogedor tresdé...

Santiago Segura decepciona muchísimo. La cuarta entrega de la saga del ex policía fascista fan del Fari, es lamentable. Siendo la que disponía de más presupuesto de las cuatro, es la que menos argumento y trama transmite. La película se centra en meter a la farándula española en 93 minutos que dura, con cualquier escusa, pero sin una historia decente que contar, vamos, ni decente ni de ningún tipo. Se ve que Segura ha preferido gastarse el dinero en comida para encarnar (nunca mejor dicho) a su personaje, en pagar a los famosetes que salen en la cinta, y en (sobre todo) las cámaras del dichoso tresdé, y claro, después de pagar todo eso, no debía quedarle mucho dinero para pagar a un buen guionista. Y otra cosa, el tresdé a mí me pareció deficiente, a lo mejor es que no he visto más que esta película con el efecto, pero se veía mal, borrosa algunas veces, había movimientos que no podías apreciar y además, salías medio mareado de la experiencia.
Eso sí, la lethal crisis de ideas de Segura, es compensada extremadamente bien, por un fantástico exceso de culos y tetas.

Chau.

Crisis existencial nuclear.

No cunda el pánico, total, seguro que hay un Homer que aprienta el botón rojo.

Que haya muchas posibilidades de una crisis nuclear seria, una verdadera catástrofe mundial, se ve que no es motivo suficiente para la alarma social. Al menos yo no la veo por ninguna parte (la alarma social). A lo mejor es que el único que lee los periódicos soy yo.

Chau.

Definición aproximada de mi blog.

Aguante, Aureliano, un día seremos famosos... o por lo menos ricos.

Pinta hoy ha hecho una apreciación que me ha dejado con el culo torcío, yo nunca me lo había planteado desde ese punto de vista. Me ha dicho: Tu blog es una tortuga en una lavandería. Y es verdad, es eso justo, una tortuga en una lavandería. A ver si al final resulta que sí que soy raro... más que una tortuga en una lavandería.

Chau.

Pequeña historia carente de título.

Inlustración de Pablo Galeote.
A las tres de la tarde vino una chica. Con aquel bochorno no se podía estar en la calle.
Se sentó en mi mejor sillón con familiaridad, cruzando las piernas desnudas, como si tuviese algo que decir. Con una espléndida sonrisa colgada en su carita de loza, como esos carteles de “ocupado” que se colocan en los pomos, y cubierta apenas con un delicado vestido amarillo claro, estampado y corto, que le caía suelto sobre las formas. Y bueno, aquel tenue olor cítrico que emanaba de su ondulada melena también. Estaba como un tren de cercanías. 
Abrí las ventanas para que no reparase en lo decrépito de la habitación y de mi vida.
Ya creí que no venías, le dije. Un pestañeo exiguo fue toda la respuesta. Miraba todo como divertida, sin acordarse de mi presencia. Me pidió agua con unas gotitas de limón casi sin despegar los labios. Luego de beber un sorbo me propuso viajar con ella.
Yo que nunca he viajado, al menos prométeme que no volvemos.

Chau.