Pequeña historia trágica en verso.


Luego pensó que si volvía al hogar tal vez...
pero no, él lo sabía imposible. Aquella mujer
no era de las que perdonan ni olvidan
los hijos muertos a manos del marido.

Que sería mejor buscarse a otra mejor y menos gorda
fue lo que resolvió bajo la lluvia el hombre con maleta.

Chau.






Viernes.


Hoy es viernes y no pasa nada.
Un día frío de diciembre y apagado,
probablemente no lloverá o quizás sí,
de todos modos no pasará nada.
Las calles están vacías al salir de casa
y es todo como en ese sueño
en el que deambulas
por una ciudad abandonada
y el viento agita los papeles
y el polvo. O tal vez el sueño
fuera de una película que vi.

Ya he dicho que es viernes en diciembre
y es verdad, el año se acaba
con su melancolía y me muerde
como una rata que a punto de morir
muerde las piernas de su asesino.
Es un viernes que seguro muchos
aman o sufren, qué más da,
en mi parte del mundo
es distinto, es frío, abandonado,
un día que parece domingo, un disparate.

Cuando consulto a mis amigos
más allegados estas inquietudes y otras cosas,
ellos lo achacan casi siempre
a mi natural pesimismo, a mi inactividad
o a que mis gafas estén desgraduadas.
Se equivocan y exageran, lo aseguro,
lo que verdaderamente pasa,
y no es por mi culpa,
es que nunca pasa nada.

Chau.

Te pienso y luego.


Los momentos tristes duran
dos minutos más de la cuenta,
para arreglarlo
voy a pensar en ti un momento
y luego...

todo a tu alrededor se oscurece
y te iluminas sola,

yo te acompaño 
en la sombra
porque pienso en ti, mujer, un momento
y luego cantas aquella canción
en mis recuerdos,
te apunto la letra 
por lo bajo.

Voy a pensar en ti y luego
tu pelo me abraza
y todos los mitos de la mujer y el amor
se cumplen sin pedir nada,

sin ponerme pesado
beso tus labios y te amo
y aquella sonrisa
y tus caderas

porque pienso en ti un momento
y luego me duermo hasta mañana
que no llega nunca.

Chau.