Lo que pasa con Sara.



Lo que pasa con Sara es que su padre se perdió en la guerra y ya se sabe. Sara es una niña bien de familia acomodada que se hizo actriz para ser la protagonista de todas las vidas posibles. Se operó las tetas para achicar el agua de su sexualidad sin conseguirlo, últimamente la rechazaron en una prueba por ser demasiado latina y tener tantas curvas que cualquiera se marea menos yo que tengo un estómago de acero bruñido. Lo que pasa, es que su belleza es inabarcable a pesar de que le sobren un par de postres, o tal vez es por eso que no se la puede abarcar. Es amiga de los maricones y los desconocidos en los bares por la noche. Dice su abuela que haberse acostado con medio Madrid es de ser un poco putanga, pero lo que no sabe la buena señora, es que el otro medio Madrid se libró porque ya estaba acostado en otras camas. Ella se acuesta con cualquiera para rellenar de carne el vacío irremediable que se produce en el corazón de la gente sensible al mirar a los ojos del mundo, aunque sabe de sobra que jamás podrá curarse. Sara rueda de casa en casa cuando la de al lado se desploma y acaba en París haciéndose la Carmen Maura pero más muerta de hambre y más hermosa. Tiene amigas tan hermosas como ella pero sin el talento para serlo (para ser hermosa hay que tener talento como en todas las artes) y un amigo gabacho y maricón enamorado de la tauromaquia, qué maravilla. Lo que pasa con Sara es que para ser hermosa hay que ser imbécil porque la belleza si boba, dos veces bella, y ella es aguda e ingeniosa, brillante y con un sentido del humor que me estruja el estómago y me sacude hasta los cimientos. Yo siempre quise un amor que me destruya, Sara es el amor que me destruye si no fuera porque yo ya ando destruido hace tiempo. Lo que pasa, como ya he dicho, es que es capaz de follar drogada para olvidarse de la carga insoportable que es el mundo y vomitar después en la bañera sin inmutarse, pero se enamora de un inglés aficionado al fisting y a los cuatro días mal contados lo abandona y se pasa siete llora que te llora con la boca sabor a semen de fotógrafos ajenos y cuando él le manda un vídeo con un calabacín insertado en el ojete, ella se ríe mientras come galletas fontaneda y éste la acusa de crueldad y de no haberlo querido nunca, (los ingleses no tienen sentido del humor, hijos de puta). Lo que pasa con Sara es que vino a decirme que me amaba sin conocernos de una mierda, porque vio sus peores cualidades reflejadas en un pintor feucho y con bigote facha (el humor, el arte, la gonorrea, el gusto desmedido por los hombres, la sangre, la sífilis, la zozobra, la sensibilidad hiriente, la cirrosis, las ladillas), y yo no tuve más remedio que prometerle amor eterno y hacerla algún día la reina de Puerco Rico. Lo que pasa con Sara es que lo que yo amo a su belleza solo es comparable con lo que yo amo reírme con ella y sacarle cuatro carcajadas con cualquier barbaridad desubicada. Lo que pasa con Sara es que me la follo a todas horas aunque jamás nos hayamos acostado y me haría feliz si yo quisiera ser semejante cosa tan ordinaria. Lo que pasa con Sara es que la amo, porque es tan complicada que me la pone dura como una piedra, pobre Sara. Parecerse a mí en tantos aspectos no habla a favor de nadie, y menos en favor de ella.