Preludio de invierno.
El otoño, que mata a los mosquitos,
tapa con ropas de entretiempo
las apetitosas carnes de las jóvenes bañistas
y apenas deja descanso para añorar
un calor que fue ayer tan vilipendiado.
Da paso a un frío que durará todo el invierno
pero que se empeña en cumplir apresurado,
y arranca con un viento que nos pareció de olvido,
la felicidad de los pájaros y los enfermos.
Ahora que las luces de agosto se apagaron
y que septiembre se arrastra por si acaso,
me anticipo y me doy cuenta:
lo peor del invierno no es el frío,
es el recuerdo del verano.
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Algo del otoño añoraremos en el próximo verano.
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